Algo sobre la Corte. Fraudes y jugarretas parlamentarias al desnudo.
Ayer, 8 de noviembre, y con la firma de tres de sus cuatro integrantes (Lorenzetti no firmó) la Corte hizo lugar al amparo presentado por los senadores Juez y Schiavoni (bloque Pro) y declaró nulo el decreto parlamentario 33/22 que coronó la maniobra de la presidenta del Senado (Cristina Kirchner) para hacerse de tres de los cuatro lugares disponibles para ese cuerpo en el Consejo de la Magistratura de la Nación (dos para la mayoría y uno para cada una de la primera y segunda minoría).
Como se recordará, esta historia lleva ya tiempo y varios capítulos en los que el Congreso (o la mayoría gobernante en el Congreso) pretendió quebrar el equilibrio que la Constitución previó a la hora de integrar el crucial órgano que creaba con la Reforma del 94. Primero una ley que claramente priorizaba el estamento político y desplazaba a los demás. Después el incumplimiento de la sentencia de la Corte del 16 diciembre de 2021 (puede verse mi posteo del 22 de ese mes) que declaró inconstitucionales los artículos de esa ley porque rompían el necesario equilibrio. Y, más recientemente, la última astuta patraña inventada y actuada para seguir con lo mismo, es decir burlar la Constitución y las sentencias de su máximo intérprete.
Todos sabemos lo que hizo. La Sra. dividió en dos el bloque oficialista del Senado (muy mayoritario) y con ello, además de dos senadores por la mayoría obtuvo uno para la, ahora, primera minoría (ellos mismos), desplazando a los radicales a la segunda (un representante) y sacando de la mesa al Pro (que era segunda minoría y ahora pasaba a ser tercera, sin representantes).
La sentencia de la Corte es corta y contundente (y va en un crescendo constante lo que la hace por momentos magnética). Dice que la maniobra no persigue fines genuinos sino el objetivo de una fuerza política de ocupar un lugar que no le corresponde (cons. 11); que se aparta de las reglas que esta Corte señaló para integrar el Consejo en su sentencia del 16 de diciembre; que su objetivo, manipulativo y ardidoso, constituye un artificio, una artimaña para desnaturalizar el fin constitucional de representación pluralista y que viola el principio de buena fe (cardinal en las relaciones jurídicas) (cons. 12); en fin, es una maniobra que, bajo apariencia de legalidad, busca un rédito político apartándose de las más elementales reglas constitucionales (cons. 14 y 15).
La Corte anula el decreto que plasma la fea operación, por razones de seguridad jurídica mantiene los actos cumplidos por el consejero mal designado (un tal Doñate); declara que la participación del Frente de Todos en el Senado es inoponible a la conformación del Consejo e impone las costas a la vencida. Bien.
Evidentemente la Corte constituye, todavía (menos mal…), un serio escollo para este gobierno inefable y anti republicano. Pero yo todavía no entiendo por qué le recibió el juramento al Consejero Doñate, designado de forma tan escandalosa.
Alejandro Freeland
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