Just a minute. Sobre sentencias que no se pueden leer.
1616 páginas; tal la extensión de la sentencia de la “causa Vialidad” que salió hoy. Pues yo no sé quién se la leerá. Pero miren para otro lado. Aunque la esperaba con entusiasmo, me lo han quitado en dos segundos. Sí me parece que sólo ese dato da para decir algunas cosas.
Los imputados o condenados jamás se leerán esa sentencia. La sociedad tampoco. Los abogados de la causa, seguramente apelarán al “busca palabras” para ver en su computadora dónde es que se hace mención a sus clientes o contrarios. Fiscal y querella la tienen difícil, claro. Los Jueces de alzada difícilmente se tomen el tiempo para leerse el bodoque, lo harán sus relatores, secretarios u otros empleados. Probablemente con un cuestionario o guía sobre aquellas cuestiones que interesen al Juez (¿qué se dijo sobre aquel argumento de que el Estado o sus empleados temporarios no pueden constituirse en banda criminal? ¿Y aquel de que son actos de gobierno no justiciables? ¿cómo se definió el concurso de delitos?, etc.).
No es la primera vez que vemos sentencias así. A mí me han tocado en suerte, o para mi desgracia, varias veces. Y he sufrido lo indecible leyéndolas y viendo cómo hacer con los tiempos que tenemos para recurrir.
Recuerdo una que era todavía más extensa. Llegaba a las 1790 páginas según evoco. Me fui a informar en Casación con las obras completas de Shakespeare en inglés bajo el brazo. Era un sólo tomo bien gordo en hojas de papel tipo biblia. Y cuando me tocó intervenir dije algo así como “aquí tengo las obras completas de William Shakespeare, uno de los escritores más prolíficos de la historia humana. Historias completas de Reyes, príncipes, guerras, amores imposibles, personajes fabulosos y nefastos, las descripciones acaso más exactas sobre las vilezas y las grandezas humanas… Todo en … 1765 páginas. La sentencia ha ocupado más páginas. Tiene 1790. ¿Y qué se cuenta allí? Pues un episodio de dos horas que terminó en la muerte de un joven cerca de las vías de un tren y las responsabilidades que los jueces entienden corresponden por esas muertes. Todo mezclado, de forma más bien retorcida y mal argumentada.
Y como era previsible, el que mucho escribe, escribe mal. Y como es sabido, si tienes algo para decir o no lo dices nunca (o empleas 1700 páginas para decirlo) pues ni siquiera tú estas seguro de aquello que dices.
Creo que a la Juez que presidía le divirtió el argumento porque frunció la nariz y sonrió (no se si eso significa que le gustó o le divirtió, pero así me lo pareció entonces). Pero descubrí al tiempo que no hizo mella en ninguno de los tres jueces porque además que confirmar la ilegible sentencia, me regalaron otros cientos de páginas para leer… Y sí, creo que me castigaron por mi “atrevimiento”.
Para que sirva esto de algo, propongo seriamente:
1. Que se limite el número de páginas de una sentencia (la Corte ya lo hizo con los REX, y no veo por qué no puede hacerse con esto).
2. Que toda la tediosa e inútil lista de pruebas recopiladas, resumen o transcripción de testimonios recibidos etc etc. se pongan en otro lado (actas, etc.).
3. Que la sentencia nos diga cual es el hecho que se trajo a debate, a quién y por qué. Y si ese hecho sometido a discusión se probó y por qué. Y cuales son las responsabilidades que a cada uno le caben en ese hecho y por qué. Y nada más.
4. Usualmente eso no debería ocupar más de 30 o 40 páginas. Excepcionalmente pueden ser 100 o 200. Nunca 1616 ni 1765. Gracias por su tiempo.
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