Just a minute. Libertarios

Como liberal que soy no puedo estar más que entusiasmado con el desempeño histórico de un representante del liberalismo en las elecciones y con la posibilidad de que llegue al poder. Pero claro, el Sr. Milei no es cualquier liberal. Es un representante del ala extrema del liberalismo (el extremo derecho). Se declara y confiesa libertario o, como también le gusta decir, “un liberal re-loaded, un anarcocapitalista”. 

¿Y qué es eso? Pues una porción, muy menor, del pensamiento liberal que abomina absolutamente del Estado, y propone la anarquía (la ausencia de coacción y control) y que los servicios comunitarios o sociales sean prestados por privados (aún la seguridad y las cárceles, por ejemplo). 

Así, esta doctrina o línea de pensamiento se despega de los liberales clásicos (Locke, Hobbes, Hume, Adam Smith, John Stuart Mill, etc.) y hasta de los más modernos y extremos (Nozick) todos los cuales reconocen la existencia y la necesidad de un Estado, a lo menos en su expresión mas mínima, para que proteja la vida, la libertad y el derecho de propiedad. 

El libertario suele citar a Murray Rothbard, profesor de la Universidad de Las Vegas, que murió en 1995 y fue discípulo de la escuela Austríaca, concretamente de uno de sus principales exponentes, Von Mises. 

Rothabard nos dice en uno de sus principales obras (“Por una nueva libertad. El manifiesto Libertario”, ed. Grito Sagrado, p. 42), “que el axioma central de un libertario es la no agresión contra cualquier persona o contra su propiedad”. Que “la libertad es un estado en el cual los derechos de propiedad de una persona sobre su propio cuerpo y su legítima propiedad no son invadidos ni agredidos” (64) y que para los libertarios “el agresor supremo es el Estado, todos ellos, en todas partes y cualquiera sea su color”. (69). Por tanto, lo que propone es la idea de “una sociedad sin Estado, una sociedad sin un gobierno formal” (97).

Las ideas de Rothbard, “el señor del libertarianismo”, no han cundido ni son mayoritarias. Me parecen más el exponente de una eterna e interesantísima discusión filosófica y también política sobre el poder, los límites del poder, el ejercicio de ese poder (coacción) en forma más o menos organizada (como Estado o como grupos o mayorías de personas que se imponen a las minorías) contra el individuo y el ejercicio de su autonomía, de sus propias elecciones y de la existencia de alternativas para ejercer esas decisiones autónomas. 

En Rothbard, o para él, es imposible calmar o frenar esas ansias de dominio coactivo del poderoso Estado. Preciso es entonces eliminarlo. Pues no es lo que los liberales, en su gran mayoría creen.

Y déjenme decirles que tampoco me creo que el Sr. Milei lo crea y que ni Rothbard lo crea…

¿Qué hacemos, por ejemplo, con los inevitables conflictos interpersonales en sociedad? Pues la propuesta de Rothbard es que si A tiene un problema con B, pues él elige si plantear la cuestión o no. No hay un sujeto llamado fiscal que “represente el interés público en la disputa”. Pero sí hay disputa, sí hay, en todo caso un interesado o dos en resolverla y sí hay por ende alguien destinado a hacerlo. Es lo que preocupaba a Hobbes, en su Leviathan, o a Nozick en Anarquía Estado y Utopía y su propuesta de una Estado mínimo. La solución privada no alcanza. Ergo, jueces, Poder judicial, claro. Un poder del Estado.

¿Normas mínimas de convivencia social? Leyes, claro, poder legislativo. Y un administrador que gestione aunque sea lo poco que hubiere que gestionar? También.

Milei se presenta a la vez como Republicano, es decir que piensa necesariamente en un Estado y en tres poderes. Y llama a defender la Constitución y admira, claro, a Alberdi. 

Creo que su lenguaje disruptivo (que ya cansa y a veces espanta) y sus posturas extremas cumplieron su función de visibilizarlo y presentarlo en la escena como una opción frente a la maquinaria infernal de este Estado abusivo, ineficiente y muy corrupto.

Ojalá, si le toca, sea por lo menos un discreto liberal. Con eso me alcanza.  


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