Just a minute. El beso II. Alegato de la defensa.

Me he visto el alegato (lo llaman informe final) de la defensora de Rubiales, Sra. Olga Tubau, en la causa que se sigue a su defendido por agresión sexual y coacciones contra la Srta. Hermoso en Madrid y al que me referí en post anterior. 

Ha estado magnífica.

Su exposición dura alrededor de una hora y media, pero se ocupa de mantener al oyente principal (el Juez), y a la audiencia toda, bien interesada. El tono de voz es calmado, pero no monocorde. Sabe hacer las pausas necesarias, titula cada uno de los puntos que abordará y lo hace de manera prolija y completa, hasta agotarlo. ¿Que si hubo consentimiento? Que sí lo hubo y por qué. Que aunque no lo hubiera habido ¿fue eso, el beso, en ese contexto y en ese lugar, una agresión sexual?  Que no, y por qué no, siempre con argumentos y con citas del Supremo español. ¿Qué, dicen los acusadores, ya el tipo penal no requiere ánimo libidinoso o lascivo en el autor? Pues depende… no para actos de contenido claramente sexual, tocamientos de vagina pechos o penetraciones, pero sí para conductas ambiguas o que pueden o no tener ese significado, de los que el beso es un paradigma.

Y así una por una las cuestiones claves del delito más grave que se imputa (respecto de la coacción, dijo lo elemental y suficiente, que no hubo intimidación alguna, y dejó su desarrollo al abogado codefensor).

No fue agresiva, es más empezó y casi terminó reconociendo alguna actitud de la fiscalía que en su opinión, la prestigiaba. Pero sí me pareció demoledora con los argumentos de la acusación de los que se ocupó con pasión y deleite y una lógica arrolladora. Con una pila de papeles enfrente, escritos a mano, los pasaba ojéandolos sin leer, como aquel que tiene subrayados los títulos y se fija que nada importante quede en el camino. Me ha gustado algo que adoptaré. Tenía pegados en las hojas unos papeles amarillos de esos de block apuntador, seguramente con los títulos o acaso una palabra en letra grande. Y los iba despegando a medida que los pasaba y pegando en la hoja anterior o en algún lugar que claramente indicara que ya lo había tratado. A veces, los colocaba en la mesa a su derecha y al lado de la pila de hojas, seguramente porque percibió que ese argumento o cuestión había causado alguna impresión y quería volver apenas sobre ello más adelante.

Buen ejercicio y buen material para los estudiantes de derecho o para abogados noveles. Como aquellos a los que destiné unas clases de “habilidades del abogado”, en la maestría de abogacía de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona hace unos días. Véanse ese video en you tube. Lo merece. 


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